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«En este bosque, el infierno son los otros. La amenaza eterna de que cualquier vida que revele su existencia será exterminada con rapidez. Esa es la imagen de las civilizaciones cósmicas. Es la explicación de la Paradoja de Fermi.»
Luo Ji en El Bosque Oscuro
Hacia el final del segundo volumen de la trilogía de Cixin Liu, la acción propuesta ante la amenaza trisolariana nace de una de las soluciones sugeridas para la Paradoja de Fermi, la hipótesis de Bosque Oscuro. ¿Pero qué es la Paradoja de Fermi? A lo largo de este artículo les contaré sobre ella, sobre muchos de los proyectos que han aparecido con fines de detectar vida extraterrestre y luego discutiré varias de las soluciones propuestas para la paradoja, incluyendo la de Bosque Oscuro, que también es explicada brevemente en la novela.
1. La Paradoja de Fermi
La paradoja de Fermi fue mencionada por primera vez en 1950 por el físico Enrico Fermi durante una conversación informal con colegas en el Laboratorio Nacional de Los Álamos. Fermi planteó la pregunta “¿Dónde están todos?” al referirse a la falta de evidencia de civilizaciones extraterrestres. Si bien Fermi nunca la propuso formalmente, con los años se le ha comenzado a llamar Paradoja de Fermi.
La idea nace de que dada la enormidad del universo o incluso de nuestra propia galaxia, dada la gran cantidad de estrellas y de planetas que las rodean, puede postularse un “simple” análisis estadístico que deduce que debería haber gran cantidad de planetas con presencia de vida. Pensemos por un momento sólo en nuestra galaxia. Se estima que hay aproximadamente 300.000 millones de estrellas. No todas tienen planetas, pero muchas tienen varios como en nuestro sistema solar. Una estimación conservadora diría que hay al menos tantos planetas como estrellas. Por supuesto, la mayoría tienen condiciones imposibles para la vida. Pero son 300.000.000.000 planetas. Si sólo uno de cada mil tiene condiciones suficientes, estamos hablando de unos 300 millones de planetas potenciales. De hecho, un estudio reciente basado en 10 años de mediciones con el telescopio espacial Kepler, da ese número como resultado.
Resumiendo, al haber tantos planetas, aunque las probabilidades de que las condiciones adecuadas sean bajas, igualmente deberían haber un gran número de planetas habitables. Pero si son tantos los planetas llenos de vida extraterrestre, “¿dónde están todos?”, como se preguntó Fermi. Con el pasar de los años fueron surgiendo hipótesis, pero también grandes proyectos para la búsqueda de esa vida extraterrestre.
2. Proyectos SETI
Encontrar microorganismos en otros planetas sería un descubrimiento sorprendente, aunque interesaría más a los científicos que al público general. Mayor relevancia tendría encontrar vida extraterrestre inteligente. Y en eso se enfocan los proyectos SETI, por sus siglas en inglés, Search for ExtraTerrestrial Intelligence (Búsqueda de inteligencia extraterrestre). Mencionaré solo algunos de los más relevantes, aunque hay que tener en cuenta que en la mayoría de los casos, estos proyectos involucran también objetivos de investigación astronómica general.
El proyecto Ozma (1960), liderado por Frank Drake en Estados Unidos, fue el primer proyecto SETI, utilizando el radiotelescopio de 26 metros de Green Bank. Tuvo sólo 3 meses de duración, pero este proyecto, con su nombre inspirado en el mago de Oz, marcó el comienzo de la búsqueda de vida extraterrestre.
El más conocido Instituto SETI, fundado en 1984 en Estados Unidos, ha servido como plataforma para múltiples iniciativas. Por ejemplo, el proyecto SERENDIP (Search for Extraterrestrial Radio Emissions from Nearby Developed Intelligent Populations), que comenzó sus operaciones en los años 1970, es un programa que utiliza varios radiotelescopios, incluyendo el de Arecibo, de 305 metros, en Puerto Rico (hasta su colapso en 2020), para analizar señales de radio del espacio. Este último radiotelescopio se volvió popular por la novela y luego la película Contacto, basada en la novela de Carl Sagan.
En la década de 1980, se lanzaron programas SETI en la URSS, como el proyecto soviético llamado «Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre Cósmica». La Unión Soviética construyó algunos de los radiotelescopios más grandes y potentes del mundo, como el Radiotelescopio de Ratán-600 (de 576 metros) en 1960 en el Cáucaso del Norte, que se utilizó para observaciones SETI entre otros propósitos científicos.
El FAST (Five-hundred-meter Aperture Spherical Telescope), también conocido como el Telescopio Esférico de Apertura de quinientos metros, es actualmente el radiotelescopio de plato único más grande del mundo. Ubicado en la provincia de Guizhou, China, se completó en 2016. Su enorme tamaño le proporciona una capacidad de recolección de señales sin precedentes, permitiéndole detectar emisiones de radio extremadamente débiles procedentes del espacio profundo.
Enfocándonos en tiempos más recientes, tenemos el SKA (Square Kilometre Array), proyecto internacional para construir el radiotelescopio más grande del mundo, tanto en términos de área colectora como de capacidad científica. Se trata de un esfuerzo colaborativo que involucra a instituciones de más de una docena de países. El telescopio constará de miles de antenas distribuidas en dos sitios principales: el desierto de Karoo en Sudáfrica y el oeste de Australia. Este proyecto comenzó a idearse en los 90 y se espera que se termine su construcción durante esta década.
Por último, anunciado en el 2015, el proyecto Breakthrough Listen es uno de los que más financiación ha recibido. Es de origen privado y su principal financiador, Yuri Milner, le otorgó una financiación inicial de 100 millones de dólares. Utiliza tiempo en algunos de los telescopios más poderosos del mundo, como el Green Bank Telescope en Virginia Occidental, EE.UU., el Parkes Telescope en Australia y el Automated Planet Finder del Observatorio Lick en California, EE.UU. Breakthrough Listen ha contribuido al campo de la radioastronomía y la búsqueda de señales extraterrestres mediante la generación de grandes volúmenes de datos y el desarrollo de tecnologías y métodos avanzados de análisis.
Sólo he mencionado unos pocos ejemplos de los proyectos más importantes. Sin embargo, a pesar de tanta inversión, aún no se ha detectado ningún indicio de la presencia de vida inteligente extraterrestre. Es por ello que, más allá de los intentos experimentales, también han aparecido diversas hipótesis que buscan una solución a la Paradoja de Fermi.
3. Posibles soluciones a la Paradoja de Fermi
Como mencioné antes, las probabilidades de encontrar vida en un planeta son pequeñas, más aún si hablamos de vida inteligente. Pero dada la enormidad del número de planetas en nuestra galaxia, la probabilidad de que exista tal vida en algún lugar de la Vía Láctea se vuelve alta. Pero entonces, ¿dónde están todos? Se han desarrollado múltiples explicaciones, con diversos nombres y puntos de vista. Comentaré a continuación algunas de las más aceptadas o interesantes.
3.1. Dimensiones del universo
Si aceptamos que en el universo o en nuestra galaxia hay vida inteligente, podemos buscar respuesta a la pregunta de Fermi en las propias dimensiones del espacio interestelar. Es cierto que existen muchos planetas que pueden sostener vida, pero al mismo tiempo las distancias entre sistemas solares es inmensa y los tiempos galácticos también son difíciles de concebir.
La vía láctea tiene unos 100.000 años luz de diámetro. Esto significa que señales electromagnéticas emitidas en un extremo de la galaxia, tardaría esa cantidad de años para llegar al otro extremo. Por otro lado, la distancia media entre sistemas estelares es de 5 años luz, aunque sería demasiada coincidencia la presencia de vida en sistemas vecinos. Supongamos por un momento que tenemos una civilización vecina a una décima parte del diámetro de la Vía Láctea. Esto significa que está a 10.000 años luz y que cualquier señal proveniente de allí, tardaría ese tiempo en llegarnos. Bajo esta suposición, tenemos que tener en cuenta varias cosas. No debería haber nebulosas o zonas densas de polvo interestelar que absorban dichas señales entre nosotros. La potencia de dicha señal debería ser monstruosa: tengamos en cuenta que incluso una estrella como nuestro sol puede resultar difícil de detectar a dicha distancia. Si la civilización extraterrestre conociera mágicamente nuestra ubicación, podría apuntar su señal hacia nosotros y hacerla llegar con mucha menor potencia, pero si lanza dicha señal hacia todas partes, se necesitaría efectivamente potencias similares a las de una estrella.
Por otro lado, supongamos que una civilización extraterrestre emite semejante señal durante 1000 años y que dicha señal llega a la Tierra. En nuestro planeta la vida existe hace 3500 millones de años, pero sólo posee la tecnología necesaria para detectar la señal desde hace unas pocas décadas a lo sumo. Tal vez la enviaron y nos la perdimos. Tal vez la envíen dentro de 10.000 años y ya no estemos para detectarla. Para comunicarse o tan sólo detectarse, dos civilizaciones no deberían sólo superar las barreras impuestas por la distancia y la energía necesaria para hacer llegar sus señales, sino también que deberían coincidir en el tiempo. El ápice de ambas tecnologías deberían ser alcanzados simultáneamente, para que una pueda emitir y la otra detectar. Hablo de ápice tecnológico, tal vez exagere un poco, a lo mejor una civilización puede mantenerse viva y evolucionando tecnológicamente de manera indefinida, o tal vez no. Tal vez como todo en el universo, las civilizaciones tienen un tiempo de vida medio antes de desaparecer. De esto trata la siguiente hipótesis que intenta responder a la Paradoja de Fermi.
3.2. El Gran Filtro
Esta hipótesis sugiere que un punto evolutivo extremadamente difícil de superar en la vida de una especie o de una civilización. Este punto podría darse en la formación de la vida misma, el desarrollo de la vida multicelular, el surgimiento de la inteligencia, o la capacidad de una civilización para evitar su autodestrucción. Cada salto evolutivo puede representar una gran dificultad, que disminuya las posibilidades de la vida para alcanzar la inteligencia.
Pero sabemos que al menos en la Tierra, hemos alcanzado la vida inteligente. Supongamos que lo mismo tiene que haber ocurrido en otros planetas de nuestra galaxia. Pero son muchas las amenazas contra una civilización como la nuestra. Muchas provienen de fuerzas naturales externas, como un meteorito que no pudiésemos detener o algún otro fenómeno espacial. Podrían ser causas naturales más cercanas, como la aparición de algún virus que no logremos controlar. Incluso podría ser culpa nuestra; la ciencia ficción se nutre de ideas como la extinción por guerras nucleares, etc.
Existen teorías que hablan de una “Singularidad”. Algún punto común a todo el desarrollo de la vida inteligente avanzada que cause irremediablemente su extinción. Hay quienes piensan que el desarrollo de super inteligencias artificiales podría ser una de estas singularidades.
En cualquier caso, El Gran Filtro propone que existe una gran barrera (o varias) que hace que la vida o una civilización no pueda avanzar más allá de cierto punto y acabe desapareciendo. Si esto es cierto, nuevamente las distancias y tiempos galácticos vuelven en extremo improbable que dos civilizaciones se crucen, que lleguen siquiera a detectarse.
3.3. Indetectabilidad
Otra hipótesis propone que simplemente no estamos buscando de la forma correcta. A lo mejor una avanzada civilización extraterrestre utiliza un sistema de señales que no podemos detectar (hasta hace muy pocos años no podríamos haber detectado señales en forma de ondas gravitacionales). También es posible que las señales estén allí, cerca de donde estamos buscando, pero que nos falte aún una mayor sensibilidad o capacidad más general en nuestros detectores para recibirlas.
Por una razón u otra, hay señales de vida inteligente extraterrestre, pero no estamos siendo aún capaces de detectarlas.
3.4. Escasez de vida inteligente
Las probabilidades sobre las que hablamos al principio, tienen más que ver con la capacidad de los planetas para sostener la vida, pero nada dicen sobre las probabilidades de que ésta evolucione hacia la inteligencia. Y acá necesito hacer un paréntesis. En adelante, cuando hable de inteligencia, me referiré a la capacidad de desarrollar tecnología que permita generar algún tipo de emisión detectable. Podría parecer que estoy poniendo la vara muy alta o que ninguneo la inteligencia de un tipo más espiritual, pero a efectos de responder la Paradoja de Fermi, es ése el tipo de inteligencia que nos interesa.
Personalmente creo que hay vida en innumerables planetas de nuestra galaxia. Si esa vida supera a los microorganismos más simples es otro tema. Dados los elementos propicios para la vida, que son de los más comunes en el universo, como el carbono, el hidrógeno, el nitrógeno o el oxígeno, es simple cuestión de tiempo para que se generen condiciones químicas necesarias para el primer paso hacia la vida.
Luego, las formas más primitivas de vida deben evolucionar. La evolución como la conocemos se basa, simplificando, en la aparición de mutaciones aleatorias y en la supervivencia del más apto. Si en una comunidad aparece un individuo más apto a las condiciones del entorno, tendrá mayores probabilidades de sobrevivir, al igual que sus descendientes. A largo plazo, la especie pasará a estar constituida casi en su totalidad por individuos con esas nuevas características.
Ahora bien, algo a considerar es lo que se conoce como presión evolutiva. En un ambiente “ideal” para una especie, la aparición de mutaciones no generará esas ventajas de supervivencia, por lo que la especie tenderá a mantenerse estable sin evolucionar. Esto podría afectar a la velocidad del proceso de evolución o incluso detenerlo.
Por otro lado, en ese camino de mutación y supervivencia del más apto, podría no alcanzarse nunca la inteligencia. En nuestro planeta, nosotros evolucionamos hacia una inteligencia capaz de desarrollar tecnología, pero todos los animales y seres vivos que conviven con nosotros llevan el mismo tiempo de evolución y pareciera que la mayoría se encuentran bastante bien adaptados a su entorno. Por supuesto, el entorno es variable (nosotros actualmente somos una gran influencia), pero aún así, la evolución no tiene por qué apuntar siempre hacia la inteligencia. Y más en particular hacia una inteligencia que lleve al desarrollo tecnológico que mencioné antes.
Si esto es cierto, podríamos tener una galaxia llena de formas de vida muy evolucionadas y desarrolladas, excelentemente adaptadas, tal vez mucho mejor que nosotros, pero sin ser inteligentes. Esta hipótesis no elimina la posibilidad de otras formas de vida inteligentes, pero las vuelve muchísimo más improbables y escasas.
3.5. Hipótesis del Bosque Oscuro
Antes de Liu Cixin, ya se debatía intensamente sobre la cautela de civilizaciones extraterrestres dentro del marco de la paradoja de Fermi. Estas teorías especulan por qué, en un universo donde podrían proliferar civilizaciones avanzadas, no encontramos pruebas claras de su existencia. Algunas sugerían que dichas civilizaciones podrían optar por el aislamiento, temiendo ser destruidas si se hacían demasiado evidentes para otras más poderosas.
Liu Cixin tomó estas premisas y las desarrolló en su trilogía, popularizando la idea a través de la metáfora de un «bosque oscuro». Aquí, me centraré en cómo el autor conceptualiza esta hipótesis, aunque es importante mencionar que no se trata de una invención exclusivamente suya.
La hipótesis se asienta sobre dos axiomas principales y varias ideas complementarias:
– Primer axioma: Toda civilización prioriza su supervivencia sobre todo lo demás.
– Segundo axioma: Aunque la vida puede surgir y desarrollarse de manera ilimitada, los recursos del universo son finitos.
Entre las ideas adicionales, se incluyen las «cadenas de sospecha» en la comunicación, donde las verdaderas intenciones de las civilizaciones son ocultas o desconocidas. También hay que tener en cuenta que las enormes distancias interestelares complican la comunicación y la interacción. Finalmente, el progreso científico y tecnológico ocurre en saltos repentinos e imprevisibles, tras períodos de avance gradual.
De estos principios se deriva la conclusión de que es más seguro para cualquier civilización mantenerse oculta y eliminar rápidamente cualquier otra civilización que detecte. Examinemos paso a paso cómo de estas ideas iniciales se llega a dicha conclusión:
Imaginemos que un día captamos señales de una civilización menos avanzada tecnológicamente. Establecer contacto conlleva múltiples riesgos. Las comunicaciones serían espaciadas, extendiéndose por años o décadas. Además, podríamos encontrar su cultura profundamente alienígena e incomprensible. Simplificando el primer objetivo de nuestra comunicación: ¿cómo determinar si esta civilización es una amenaza o una aliada potencial? En la Tierra, podemos interpretar gestos y expresiones humanas, pero sería un desafío insuperable interpretar matices similares al comunicarnos con seres de otro mundo. Incluso si inicialmente parecen benignos, ¿podemos estar seguros de que sus intenciones o su naturaleza no cambiarán con el tiempo?
Además, si nos enfrentamos a una civilización tecnológicamente inferior, no hay garantías de que esta relación se mantenga indefinidamente. Un desarrollo explosivo podría ponerlos en un futuro a nuestra par o incluso hacer que nos superen. Si decidimos no establecer contacto, podrían eventualmente descubrirnos, convirtiéndose en una amenaza potencial. Si en el presente tenemos la ventaja, desde una perspectiva estratégica fría y calculadora, lo prudente sería eliminar esa amenaza potencial de inmediato.
Cixin Liu no es muy claro respecto a la función del segundo axioma. Pero tiene que ver con que toda vida buscará prolongarse y extenderse en el tiempo y en el espacio, por lo que la interacción con cualquier otra civilización avanzada terminará siendo inevitable. De ahí concluye que cualquier civilización suficientemente avanzada estará al acecho y se encargará de extinguir a cualquier otra que se haga detectable.
4. Concluyendo
En el amplio y misterioso cosmos de la ciencia ficción, El Bosque Oscuro de Cixin Liu no solo nos sumerge en una trama absorbente, sino que también nos enfrenta a las profundas incógnitas del universo y de nuestra existencia dentro de él. La hipótesis del Bosque Oscuro, utilizada por Liu como una solución imaginativa a la Paradoja de Fermi, nos ofrece un espejo sombrío y reflexivo sobre la naturaleza de la civilización y su lucha por la supervivencia.
Esta visión, aunque desoladora, nos invita a mirar más allá de las estrellas y a preguntarnos sobre nuestro lugar en el universo. ¿Es la invisibilidad la clave para la supervivencia en el cosmos? ¿O es posible que, en algún rincón lejano del espacio, otras civilizaciones hayan encontrado un modo de coexistir sin necesidad de ocultarse? La trilogía de Liu no solo entretiene, sino que también nos impulsa a pensar en los grandes enigmas de nuestra realidad.
En conclusión, El Bosque Oscuro y la teoría que propone son un magnífico testimonio de cómo la ciencia ficción puede ser un vehículo para explorar ideas científicas complejas y provocar un profundo cuestionamiento filosófico.
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